ESO ES FACIL
(INSTRUCCIONES DE COMO SALIR DE
UN GRUPO DE WASSAT)
Pablo, mi hijo adolescente,
estaba ansioso y mortificado. Así lo veía hacía varios días y trataba de que me
dijera que problema le afligía. Yo, en los últimos tiempos me he acercado a el con
mayor premura que antes. Tenía antes el criterio estúpido de que él, por su
propia cuenta podía desenvolverse entre los
vaivenes de la vida y del mundo. En realidad debería ser así, pero ahora
con este mundo tan cruel y salvaje es
muy difícil que los jóvenes puedan ir solos por ahí.
Un día lo invite a salir. Le
dije: “Pablo vamos a cenar a un chifa chévere”. Mi hijo es hincha de la comida
china y un arroz chaufa de langostinos es el manjar de los dioses para él. Yo
se de esta debilidad de Pablo y por ahí fui la acometida. Cuando llegamos al
restaurante chino-peruano, este estaba con pocos clientes y nos sentamos en un
lugar cómodo y alejado de la cocina. Las chicas que atendían, porque todas eran
mujeres, eran de Venezuela. Se les notaba al instante por el modo de hablar,
que es propio de los lugareños de ese país.
“A la orden” dijo la chica, una
morochita con unos ojos marrones y una sonrisa juvenil. Pedimos el plato
preferido de Pablo y un refresco de Chicha Morada. Yo le hablé del partido que
iba a jugar nuestro equipo preferido y las posibilidades de este en la Copa
Sudamericana. Pablo estaba totalmente relajado saboreando su manjar y entonces
le pregunté al instante:
-Pablo hijo, te noto preocupado.
¿Qué pasa muchacho?- le pregunté.
Mi hijo me miró sin dejar de
comer. Algo me trató de decir pero calló.
¿Qué se puede hacer ahí?. No hay
psicólogos que nos digan nada al respecto. Pablo seguramente trataba de terminar y cortar
la conversación recién iniciada y yo me vi abrumado. Volví al asalto.
-El alianza esta flojo y necesita
mejores delanteros- le dije despistándolo
-No es eso, necesita un mejor
entrenador. Con el argentino no pasa nada- me contestó con resolución.
Yo por ahí vi una ventana abierta
de par en par para volver a tocar el tema que me interesaba. Y lo tenia que
hacer antes de que terminara el plato que comía entusiastamente.
-Hijo. Te he notado un poco
preocupado. Dime compadre- trate de ser un cómplice ahí. ¿Qué pasa? Con
confianza nomas.- Trate de mostrarme amigable. Un padre amigo.
Pablo nuevamente me miró y sonrió.
Estaba contento con su plato y en verdad en ese restaurante preparan bien ese platillo.
-Mira viejo- me dijo. -La verdad
es que mi problema es como salgo de un grupo de wasap que me han incluido sin
preguntarme y yo quiero salir de ahí.
Yo respiré profundamente. Hacía
tiempo que quería yo mismo salir de un grupo que ya no funcionaba. Ni como
amigos, ni como conocidos. Hacia tiempo que me había decidido y a ultima hora
me desanimaba y no salía del grupo. Había funcionado antes y ahora era una rémora,
un artificio, un dilema. Entonces a mi cerebro llegó como un misil ruso, la
idea hacia tiempo postergada.
-Mira- le dije. -Es fácil-
Y cogí me celular. Fui al
programa. Vi el “Grupo de patas” y Sali en forma tan fácil que Pablo no vio las
lágrimas que caían por mi rostro enjuto.
-¿Qué, así es- Me dijo riéndose.
-Fácil-
Si le dije. Recontra fácil
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