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miércoles, 8 de abril de 2015

EL CHIQUERO



Mi prima Rogelia llegó corriendo a mi oficina en el tercer piso del edificio “El Comercio” que estaba ubicado cerca de un mercadillo de la ciudad. Yo estaba preparando un escrito para presentar al juez de paz sobre un litigo de tierras entre un terratenientillo y una familia de campesinos empobrecidos. Me miró y comenzó a llorar inmediatamente. La calmé y le pregunté que pasaba.

-          A mi Pedro lo han llevado preso, primito- me grito llorando.
-          A ver, a ver cuéntame- Le dije apesadumbrado.

La calle era un bullicio a esa hora. Las amas de casa llegaban en tropel a hacer sus compras. Los comerciantes gritaban sus productos y los animales hacían un bullicio ensordecedor. Así, desde el mercado escuchábamos gritos como: “Papayas ricas a sol el kilo, caserita”, que se combinaban con el grito de las gallinas y chivos que se vendían en ese mercado.

-          A mi negro lo acusan de robá gallina primo, pero es falso todo- y lloraba sin cesar Rogelia.

Me puse el abrigo, hice una seña a Rogelia y nos encaminamos a la calle. En ella le pregunte donde se encontraba Pedro y luego me fui hacia allá.

En la comisaría un policía me dejó pasar como si huyera del diablo Me presenté como abogado de Pedro Sáenz, acusado de robar gallinas.

Cuando el policía me condujo a la celda donde estaba Pedro, este estaba con una mirada de “Yo no fui” Se acercó a los barrotes fríos y mirándome me dijo:

-          Primo ¿como eta?
-          Bien Pedro.
-          No va creé ute que yo robe esa gallina
-          Bueno Pedro ya es hora de que usted se componga
-          Yo no robe nada a naiden compadito.

Luego de un rato se fue hacia el rincón de la celda y desde ahí me gritó:

-          Ademá primo, ¿Uté ha venido a defenderme o a hundirme má en ete chiquero?


José Ñique-Lima-Perú