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sábado, 20 de julio de 2013

A LA ORILLA DEL PRECIPICIO



Mariana Abanto, se abanicaba con un periódico mientras hablaba con su comadre Francisca Llerena, quien estaba sentada en una hamaca multicolor en la sala. Ya se hacia la noche en la casa grande del barrio negro de Cañete y a esas horas los niños jugaban en la calle a la pega pega. Mariana le decía a su comadre: “Mira Pancha, en este país somo mile los que vivimo así. Sin lu, ni agua, ni buen combo. A lo mucho pescao en la mañana, pescao en la tarde y pescao en la noche.”  Francisca no decía nada ya que una lagartija que se paseaba por la sala la había sorprendido y pensaba cazarla. La noche plena ya se introdujo en la sala anunciando la necesidad de encender las luces para poder verse. Mariana grito: “Julitoooooooo ven a encende la lámpara.” Julito un mocoso de unos diez años de edad y mas negro que su madre entro como un rayo a la casa y en un santiamén encendió las lámparas; una para la sala, otra para la cocina y comedor y otra para el dormitorio donde roncaba don Jaime el dueño de la casa. Pancha miró al niño y luego se persigno diciendo: “Ay comadrita ya no iba a ser solo pescao lo que ibamo a comer en este ultima orilla de este mundo.” Mariana dejó de abanicarse y acercándose a su comadre le preguntó: “¿Que dice uté comadrita? Francisca levantándose lentamente de la hamaca concluyo: “Que si uté no pega ese grito de julito y esa vaina, de seguro que comiamo lagartija hoy.”




José Ñique-Lima-Peru








lunes, 15 de julio de 2013

AH LA MAGIA
Esta era una casa grande cerca de un río inmenso, o al menos así me parecía. Tenia unos árboles grandes en el corral y una banca grande, muy grande donde se sentaba todas las tardes el abuelo, y en donde las gallinas correteaban junto a los pavos y patos que mi abuela criaba. Ahí el abuelo me enseñó un truco de magia muy gracioso que siempre he tratado de hacerlo y siempre he fracasado. La fantasía que mi abuelo me enseñó ha quedado grabado par siempre en mi mente y las imágenes mágicas que tengo de esos tiempos no lo voy a olvidar nunca. Un día de calor inmenso estaba yo tratando de buscar las canicas que había dejado la tarde anterior jugando con mis primos y primas y mi abuelo llegó con una sandia jugosa para invitar a todos los niños. Traía también un globo grande. Nos dijo: “A ver niños miren esto y quien lo haga igual que yo se comerá la sandia”. Todos corrimos hacia donde estaba el abuelo. El abuelo nos mostró el globo y con una tijera corto en mitad al globo. Este era de un color azul y era parecido a los globos que se cuelgan cuando los niños cumplimos años y los adultos toman mazamorras, gelatinas de mil colores y luego ají de gallina y cerveza. Ellos son los que mas se divierten en las fiestas infantiles. Luego que el abuelo cortó al globo, tarareando una canción gitana, y diciendo luego las palabras mágicas “taran tarin”, infló el globo cortado.
Los niños quedamos impresionados tanto que lo que comentábamos toda la semana posterior era sobre el abuelo, el mago y su globo magico.
José Ñique-Lima-Perú


miércoles, 10 de julio de 2013

CHARAPA


El boleto del viaje era para las doce del dia y tenia dos horas para acomodar mi equipaje y enrumbarme al puerto fluvial. Cuando llegué con mis maletas el barquito estaba lleno de monos y papagayos. El encargado me llevo a mi lugar, que era una especie de asiento cerca de la proa, en donde estaban sentados una vieja regordeta y un viejo cuya edad era imposible descifrar. Me acomodé,  saqué de mi maletín el librito “Agua” de Arguedas y me puse a leer. Tenía que viajar cinco días a Pucallpa y ese dia iniciábamos el periplo.

La primera noche hacía un calor insoportable y me dirigí a dormir. Me indicaron una camita de madera y con entereza me acomode. Los mosquitos y zancudos no me dejaban dormir. Estaba en esos trajines cuando de pronto un tipo alto se acercó hacia donde estaba y me dijo: “¿Oiga amigo no quieres una charapita?”. Yo sorprendido le pregunté que quería decir, y el hombre repitió fastidiado “Una putita chibola tengo, pero si no quieres, no te molesto” y se largó.



José Ñique-Lima-Perú