Buscar este blog

lunes, 29 de abril de 2019


CASIMIRO PREVISOR
Los lifes estaban nadando como podían en la lata de aceite “Cocinero”. No era el rio, claro, pero tenían la fuerza para querer salir de esa lata estrecha. Saltaban como salmones enanos. En la estación del tren esperaban transeúntes para ir a Talambo. Esta es una hacienda que esta cerca a Chepén, donde Casimiro vivía. Su madre le había encargado que vaya a la estación para ver si estaban vendiendo lifes. Y ahí estaban estos en una lata listos para la venta, rebosando de energía y frescos como para un sudado con yuca sancochada. Era su plato preferido.
Se acercó a la señora que parecía la dueña de los peces. Estaba esperando el tren también ella para dirigirse a Talambo. Casimiro la miró y le habló entusiasmado:
-Señora, buenos días- le dijo sonriendo.
La señora miró en dirección a los rieles del tren. El tren estaba viniendo de Guadalupe y todos en la estación se movieron, con sus alforjas y latas.
Casimiro estaba nervioso. Los lifes de iban y no iba a almorzar el soñado sudado que su mama le había dicho que iba a cocinar al mediodía.
-Señora- le dijo Casimiro casi gritándole.
-Si dime hijo. Le contestó ahora la señora con la lata de lifes en su hombro.
-Mi mama quiere comprarle los lifes- le contestó Casimiro.
-¿Toda la lata?-preguntó incrédula la mujer.
-¡Si¡- le dijo Casimiro mintiendo.
Entonces llegó el tren. La mujer de los lifes bajó la lata y ya no subió al tren.
-¿Dónde está tu mama?- preguntó la señora. -¿Seguro que quiere toda la lata?.
-Si- mintió otra vez Casimiro, quien  a sus ocho años lo hacía por segunda vez.
El tren partió y la mujer se sentó en una de las bancas a esperar la venta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario