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martes, 14 de agosto de 2012


EL OCASO DE LOS MAGOS



Merlín, así se llamaba el mago, movió la cabeza, un poco apenado, se acomodó la famosa capa de estrellas y lunas negras y se le notó algo viejo y acabado; como esos ropavejeros que pululan por las calles de Lima, gritando: “compro petates, camas, ropa vieja”. Caminó despaciosamente por la gran sala de alfombras verdes y anaranjadas y sus pensamientos eran vanos y amargados, un poco confusos. Los espejos relucientes que adornaban el gran salón de la magia estaban rotos y esparcidos por el suelo y eso indicaba que había llegado el fin, irremediablemente. Los magos de Alejandría hacia tiempo habían desaparecido de la faz de la tierra y el ocaso de los magos había empezado para siempre. Estos, que eran de una estirpe antigua, habían reinado en el mundo desde tiempos inmemoriales; desde la época de los siete desconocidos, hasta el período de oro de la criptocracia; de las sociedades secretas, que los alquimistas medievales llamaron la futura forma de gobierno; y este reino había llegado a su final.

Merlín tomaría la decisión, algo contradictoria, de abrir las puertas de la ciencia. La era del castigo vehemente contra lo ilusorio, que era al final de cuentas, el asesinato a la creatividad, a lo fantástico, había empezado desde que los filósofos naturalistas, en especial kant sustentaron sus famosas teorías de los cielos, y que obligaron a los magos a vivir a saltos de mata, escondidos en los bosques, en las cuevas de los animales salvajes, en los ríos y lagunas lejanas e incluso en los grandes árboles y hasta habían algunos, que mimetizados en las rosas y azucenas, pudieron sobrevivir.

El mago mayor llamo entonces a Helvetius y lo convenció para abrir las puertas de la ciencia. Los hombres ya no necesitaban de la superstición y de la brujería. Se iba a iniciar una gran era del conocimiento exacto. Desde entonces reinan los economistas, los matemáticos los psicólogos; los abogados y algunos partidarios de la seudo ciencia de la astronomía.

Desde entonces los magos vivimos en la oscuridad, en las tinieblas. Esperando impacientemente y en vano, creo yo, una nueva oportunidad para implantar la ilusión, que es al final de cuentas como esta compuesto el mundo real. Esta época será la edad de la fantasía, del sueño eterno, del oro filosofal y de la juventud eterna. Seremos entonces, eso lo predijo Merlín, como el somormujo que sumergido en el agua, remonta el vuelo límpido, sin mojarse siquiera sus alas incólumes.


José Ñique-Lima-Perú



1 comentario:

  1. Muy buen relato Tío ,como dices la ilusión vive dentro de nosotros solo hace falta un empujoncito ,un amanecer ,para que nuestro motor empiece a latir por esa ilusión que luego se convierte en sueño y como dicen: Los sueños hay que hacerlos realidad. :)

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