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domingo, 2 de marzo de 2014





EL CERRITO

Cuando llegamos al lugar estaba oscuro. La carretera no asfaltada llena de piedras nos había movido tanto que la cintura nos dolía. Eusebio no decía nada y estaba concentrado en el volante de su auto Ford Custom 1966. Con este vehículo viajaba todos los días a Trujillo y por eso conocía este lugar, camino a Pacasmayo. La ciudad se veía a lo lejos con sus luces nocturnas que tildaban como ojos de búhos. Las olas del mar lejano, por el silencio sepulcral, se oían violentas cuando chocaban con el acantilado. Yo había vivido en esta ciudad hasta los siete años y ahora que volvía a los trece me alegraba y al mismo tiempo me entristecía. Seria por la forma como llegaba nuevamente. Tenía la sensación de que llegaba a pecar y a blasfemar Cuando bajamos,  un viejo, sentado en una piedra grande, como un huevo prehistórico, nos miró y se levantó presuroso, para impedirnos ingresar.  Tenia arrugas en su rostro y sus manos eran enormes. Cuando vio a Eusebio nos dejó pasar  y murmuró unas palabras ininteligibles.   La posada estaba conformada por cuartos a cada lado. Era como una pequeña calle con cuartos pequeños en donde estaban apostadas las putas. Franco titubeo un instante y yo tuve una sensación de miedo. Éramos altos los dos chicos, pero aun menores y era nuestra primera experiencia con el sexo. Claro antes competíamos en el baño del colegio de quien se masturbaba y quien duraba más, pero eso era distinto. Estábamos en un prostíbulo.  En un prostíbulo real y olía a orines y a sexo de mujer. Ingresamos y vimos mas de cerca a las mujeres, que totalmente desnudas, nos miraban y sonreían. Al fondo de la casa había un grupo de parroquianos que estaban bebiendo chicha y gritaban gesticulando. Nos miraban y quisieron burlarse pero Eusebio nuevamente se adelantó y todos se quedaron mudos.
-          Vienes con pichos, putañero- le dijo uno de ellos.
Como Franco y yo caminábamos con miedo, Eusebio nos tomó por los hombros y nos dijo: “Bueno, van a tirar o no.” Y se reía mostrando sus dientes amarillos.    


JOSE ÑIQUE

LIMA-PERU

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